viernes, 21 de diciembre de 2007

¿Existe Dios?


Ayer apareció en Opinión de La Nación un artículo llamado "Sí existo", donde un predicador habla sobre Dios (vaya novedad). El texto está repleto de falacias, errores de razonamiento, mitos y renuncias expresas a la racionalidad. Es toda una pieza de arte para que la epistemología lo ponga donde merece estar: en el tacho de la basura. Como parte de mi compromiso con la racionalidad, no voy a dejar que esto pase desapercibido y voy a refutarlo.

El texto empieza con una insensatez titánica. Dice el predicador: "A muchos que creemos en Dios no nos parece que tenga mucho sentido tener que probar la existencia de Él. El Dios en el que creemos es alguien que precisamente por eso, por ser Dios, no tiene necesidad de que le hagamos tal favor". Vaya maravilla. No me explico como alguien renuncia a la razón así tan fácil. ¿Hay enunciado más fanático e irracional como ese? ¿Cómo algo no necesita probar su existencia? Las cosas existen o no existen: existen si se prueba su existencia y no existen si no se prueba su existencia. Decir que no tiene sentido probar la existencia de Dios, tan sólo por ser Dios, es una idea absolutamente arbitraria, tanto como decir "existe porque me da la gana" o "existe porque yo digo que existe". Uno no puede andar por la vida afirmando cosas que no puede probar. Y no puede decir que algo no necesita petición de prueba si no es un axioma y, evidentemente Dios no es un axioma, pues no es evidente por sí mismo (si lo fuera nadie negaría su existencia).


Me encanta la dinámica de legitimación en la que cae el autor de ese texto: totalmente parcializada, pues legitima la existencia de Dios con la Biblia. Anuncia el predicador: "Las Escrituras dan por sentado que Dios existe". Claro, como no van a darlo por sentado, si es es como preguntarle a un aficionado de la Ultra o de la Doce cuál es el mejor equipo de Costa Rica y generalizar esa respuesta como una verdad absoluta. Usar al apóstol Pablo y a otros pasajes bíblicos para probar que Dios existe es ilógico, toda vez que la Biblia, obviamente, dirá que Dios existe. Precisamente eso lo hace un absurdo. Si se quiere probar la existencia de Dios, tienen que demostrarla con elementos objetivos, de modo que nadie, racionalmente, pueda refutarlo. No lo han hecho. Quizá la horda de creyentes gritará: "ustedes tampoco han podido probar que Dios no existe". Pero ¿cómo probar que algo no existe? Probar algo que no existe es un absurdo, pues nadie puede hacer eso. Por eso existe un principio epistemológico, al que recurre siempre el Derecho: prueba quien afirma. Decir que algo existe tan sólo porque no se ha probado que no exista es recurrir a la falacia de argumentum ad ignorantiam.

No cansado de atacar a la lógica y la razón, el predicador alega que lo que en Teología se llama "revelación general" debería ser prueba suficiente de la existencia de Dios; es decir, que "la maravilla de la creación debería ser suficiente para que creamos". Pues bien, yo no renuncio
a mi facultad mental así tan fácil: las pruebas para afirmar la existencia de algo deben ser contundentes, innegables y objetivas. La sóla creación no prueba nada, pues ella pudo surgir de cualquier otra manera. Menciona el predicador que el salmista expresó: "Dice el necio en su corazón: No hay Dios". ¿Resulta que ahora le llaman necio a la persona que no se deja engañar fácilmente? Si necio es sinónimo de racional, de ser pensante, de practicante del lema kantiano del sapere aude (saber por sí mismo), entonces soy un gran necio. Llamar necio al que no acepta la existencia de Dios tan sólo porque a alguien se le ocurre decir que Dios existe y punto es recurrir a la típica falacia de argumentum ad hominen, según la cual se ataca a la persona y no al argumento. Por eso nos llamarán necios, pero por algo llevaba razón Benavente cuando afirmaba que "el enemigo sólo empieza a ser temible cuando comienza a tener razón”.

Manifiesta el predicador que para percibir la existencia de Dios es necesaria la fe. Y todos sabemos que la fe es lo contrario a la razón. Por eso apuntó Nietzche que "fe significa no querer saber la verdad". Fe significa renunciar a la razón y dejarse llevar por el misticismo, por el esoterismo, por la metafísica. Pero el ser humano no puede renunciar a la razón porque es su única herramienta en la vida: no hay nada más que lo separe de los animales. Pedir a un grupo de personas que renuncien a la razón, su herramienta de vida, no demuestra el profundo amor y respeto que se les dice tener. Al contrario, denota una voluntad de sometimiento: por eso se habla en la Biblia de ovejas y pastores. ¿Alguien ha visto a las ovejas revelarse porque un mandato del pastor les parece irrazonable o inadecuado? No, porque se trata de animales dóciles. Y si a la docilidad la integramos con el concepto weberiano de poder, según el cual el poder es la capacidad que tiene A para hacer que B haga algo que A quiere, entonces surge un problema de índole político muy grande. Y la manifestación práctica de dicho problema fue el marxismo-leninismo, que a pesar de decirse ateo en sus postulados fundamentales, terminó precisamente como una religión: sólo cambió el nombre del Dios y del dogma. Así pues, pedirnos que renunciemos a la razón es pedirnos que renunciemos a nosotros mismos, a nuestra libertad y a nuestras oportunidades de alcanzar la felicidad. Resulta contradictorio (pero no novedoso, pues el colectivismo está lleno de incoherencias) que fuera un anarquista ruso, Bakunin, quien expusiera que "todas las religiones, con sus dioses, semidioses, profetas, Mesías y santos, son el producto de la fantasía y la credulidad de los hombres que no han alcanzado todavía el pleno desarrollo y la posesión completa de sus facultades intelectuales". En pocas palabras las religiones son mitos, fantasías, cuentos de hadas y pamplinas. Y la misma condición aplica a todo lo que de ellas se desprenda. Su función es la dominación por medio del poder hegemónico y la legitimación del statu quo. Tan es así que la Iglesia Católica tuvo una estrecha relación fraternal con la Italia fascista de Mussolini, cuando este régimen compró su silencio al otorgarle la Ciudad del Vaticano.

Pero los problemas no acaban ahí: el predicador indica que "La fe de los que leen la Biblia no es una fe que se dé en un vacío. Ella es el resultado del examen de un conjunto de testimonios de decenas de personas, de ocupaciones diferentes, que vivieron en siglos diferentes, en países diferentes, y que hablaron idiomas diferentes. En otras palabras, nunca pudieron precisamente haberse reunido para ponerse de acuerdo en cuanto a lo que iban a escribir". Aquí cae en dos falacias: ad numerum y ad antiquitatem; la primera porque, según él, un argumento es válido tan sólo porque mucha gente lo repita o lo crea (la típica idea de que si todas las vacas del mundo comen pasto, no pueden estar equivocadas), y la segunda porque afirma que Dios existe porque desde hace muchos siglos se dice que existe. Como ven, las pruebas brillan por su ausencia.

Finalmente, proclama el predicador que "no es una fe que esté ayuna del concurso de la razón. ¿Cómo se logra eso? Ya demostramos que sus argumentos, si pueden llamarse así, no responden a la razón. Violan todas las reglas de la lógica y de la epistemología. Pero aún así, tiene el denuedo de afirmar que se trata de una fe racional. Ingenuidad, dirán algunos. Contradicción en términos y prueba de irracionalidad diría yo.

Mersault

2 comentarios:

Félix Suárez dijo...

Hola. Mi nombre es Félix, tengo 21 años, y soy Ateo.

Admiro tu esfuerzo por crear un espacio costarricense de Ateísmo.

Felicitaciones

Finex dijo...

Bueno te digo que no soy tan listo y no frecuento usar terminachos difíciles para mis blogs... y que tienes más bien dudas que negaciones.

Sólo te digo algo, las cosas no dejan o carecen de existir porque no allá argumentos, porque nosotros somos sólo un observador de la realidad... y la realidad que observamos no es la verdadera es tan sólo una ilusión de la vista y el sistema nervioso... es decir que no podemos ver todo como es. Puede que la realidad sea un trance en vez de lo que uno piensa.

En cuanto al racionalismo, bueno siempre he tenido esto en mi mente... mejor es sentir las cosas, vivirlas y comprenderlas que leer los libros... porque los libros son sólo un montón de palabras que bien describen lo que uno ve (depende si es literatura)... razonar las cosas, pensarlas y analizarlas eso sólo lo lleva a teorías, y las teorías son sólo teorías. Más no es menos cierto que razonar un poco no haría mal alguno; empero hay que dejar de racionar, analizar para darle paso al sentir, al sentimiento del ser sin niguna cosa... respirar el aire sin describirlo ni conceptuarlo.

De nada sirve leer y devorar 5000 libros si nunca de lo que dice en él se lleva a la práctica, al hecho concreto.

Lo cierto de las cosas es que no creer en Dios no te vuelve más inteligente ni te dá más sabiduría. Lo recomiendo a ud. Sr. sentir la realidad, experimentar lo que dice, en vez de recalcar las cosas porque así, solo se logran loros como Hugo Chávez...