viernes, 30 de noviembre de 2007

Dane Cook-Jesus Jokes

En este video Dane Cook comenta respecto a una serie de curiosidades de la iglesia.

La Verdadera Virtud


El ateo es aquella persona que niega la existencia de dios, no por rebeldía o resentimiento, sino simplemente por la imposibilidad de conocerlo ante la falta de toda evidencia de su existencia. El ateo suele ser visto como un nihilista ético por aquellos que han logrado “conocer” a dios: alegan que, al fin y al cabo, si no hay un ser allá arriba que nos mire y nos castigue ¿por qué los seres humanos hemos de encontrar límite a nuestras acciones y deseos? Como Iván Karamazov decía en Los hermanos Karamazov, la célebre novela de Fiódor Dostoyevski: “si Dios no existe, todo es permitido”.

Por supuesto esta concepción es totalmente absurda, la negación de dios no lleva consigo la negación de la ética: no significa un cheque en blanco para obrar como se antoje. El ateo, a diferencia del hombre temerario a dios, es alguien que ha elegido sus valores por el valor mismo y no como una transacción comercial para obtener las llaves del cielo y librarse del infierno; el ateo elige su moral a partir de la razón, la escogencia y la comprobación, no a partir la obediencia y la revelación. Elige no por el miedo sino por la convicción. El ateo sabe bien que la virtud es un estado de constancia en la vida y no algo que se alcanza por el mero arrepentimiento durante los santos oleos.


Evidentemente el ateo es un hombre verdaderamente libre, pues actúa no para lograr la gracia de un ser superior ni su salvación en el paraíso, sino para si mismo. Al ser libre inmediatamente pesa sobre él la responsabilidad, una de las virtudes más detestadas por los hombres. Al ser responsable no tiene chivo expiatorio a quien culpar o deidad a quien acudir: todas las consecuencias de sus actos y omisiones, las buenas y las malas, son suyas única y exclusivamente, por lo que el ateo no busca refugio en frases vacías como: “si dios quiere”, “dios sabe porque hace las cosas” o “dios tiene cosas mejores preparadas para mí”. El ateo disfruta de este mundo plenamente porque sabe que el tiempo perdido jamás podrá ser recuperado, que lo dejado de vivir jamás podrá ser experimentado. El ateo tiene el reto de cultivarse plenamente en este mundo, de alcanzar sus metas en esta tierra ante la inexistencia de una segunda oportunidad más allá de la muerte.


Por todo ello el ateo tiene la difícil tarea de descubrir el arte de vivir, de no enajenarse de su realidad, de alcanzar la felicidad por sus propios medios en el hoy y en el ahora, sin acudir a seres fantásticos que le deparen la salvación. Ante esto ¿quién es el verdaderamente virtuoso?

Por J.G.

martes, 27 de noviembre de 2007

Dios y sus contradicciones


A pesar de estar muy bueno, no soy yo el autor de este simpatico texto.

"Nuestro Señor, creo, podía habernos ayudado desde el principio. Yo creo en él, porque nunca se sabe. Total, si existe, existe, y si no existe, no jode. Pero si existe, digo: somos cinco mil millones de personas. Con todos los planetas que hay, ¿tenía que meternos a todos en éste? Es como si un padre tuviera veinte hijos y un edificio de cincuenta pisos y decidiera encerrarlos a todos en el garage. ¿De qué estamos hablando? Nos tendría que haber ubicado un poco mejor.

Pero no, Nuestro Señor es un capitalista, y todos estos planetas son un abuso. Pura especulación planetaria. De hecho, cuando Galileo los descubrió, el Papa lo hizo arrestar enseguida. Lo hizo pasar por idiota y le dijo: ¿Cómo es ése asunto de que la Tierra gira?". Galileo dijo: "Es la Tierra la que gira alrededor del Sol, y no como dicen ustedes". Entonces el Papa dijo: "¿Pero éste es idiota? ¿Vieron alguna vez una casa girar alrededor de la estufa?"

Naturalmente, además de crear a los hombres, Dios ha construido a los animales, los vegetales y los minerales: un quilombo tan grande que ya no se entiende nada. Pero cuando los hombres se enojan, viene el diluvio universal. Después, Noé tiene tres hijos: Sem, Cam y Jafet. Los tres son hombres y dan lugar a las distintas razas. Al rato, Dios lo llama a Moisés y le dice cuáles son las cosas que se pueden hacer y cuáles las que no.

Las cosas que se deben hacer son los diez mandamientos; las que no se deben hacer son los siete pecados capitales. Ahora bien, yo estudié bien esos siete pecados capitales y son las cosas más abominables del mundo. Y Dios las hace todas. La soberbia, por ejemplo: si hay alguien soberbio, ése es Él, el ser perfectísimo, poderosísimo, presentísimo. "Comparado conmigo", dice, "Nembo Kid es un imbécil y a Buda lo saco de taquito". Hace falta un poco más de humildad. El mismo nombre Dios. Hubiese elegido un nombre más humilde. Hubiese dicho: "Soy Guido, no habrá otro Guido más que yo". O si no: "Ayúdense entre ustedes, que Guido los ayuda a todos". O "Llueve porque Guido quiere". Si fuese más humilde sería más simpático.

La ira: no hay nadie que se enoje más que él. ¿Adán y Eva arrancaron una manzana? Madre mía, se enojó como un loco. "¡Fuera! ¡Tu trabajarás con el sudor de tu frente! ¡Tú parirás con dolor! ¡Fuera!". Una manzana yo me la pago, no hay porque enojarse de esa manera. Está bien, incluso admito que uno se puede enojar por una manzana, pero después se le pasa. ¡Ah! No, a Él no se le pasó. Van dos millones de años y nos seguimos bautizando por culpa de esa manzana.

La lujuria: no quiero entrar en asuntos privados, pero somos todos hijos suyos, ¿o no? Somos cinco mil millones de personas, ¿o no?

La avaricia: no hay nadie más avaro que Él. Al pueblo elegido -los judíos- les prometió un pedazo de tierra hace dos millones de años. "Sí, aquella tierra se la prometí, pero nunca dije que se la iba a dar". ¿O sí?

Los diez mandamientos. Ésa si era una buena idea. Sólo que los hizo a favor del rico. Convengamos que es más fácil ir al infierno para los pobres que para los ricos. Por ejemplo, a Agnelli, el dueño de la Fiat, con todo el dinero que le han dejado, le dicen: "Honra al padre y a la madre" ¿Y que va a decir? "Gracias madre, gracias padre. Cuando mueran agarro todo yo". O no desear las cosas de los demás. También es algo muy fácil para Agnelli, porque si todo es suyo ¿qué va a desear?

En suma: Nuestro Señor debería ocuparse un poco más de los problemas del proletariado. Porque nuestro creador consiguió que nos insertáramos en el mundo moderno de manera homogénea. Él podría conseguir enseguida que estuviéramos mejor. Tomemos los inventos, por ejemplo. ¿Por qué no nos hizo descubrir enseguida la calefacción, evitando que mil millones de personas murieran de frío en el pasado? ¿No podía? Creó a Adán, tomó una costilla suya e hizo a Eva. O sea, que bien podía agarrar, no sé, una oreja de Eva y hacer una estufa. Así quedaban los hombres con una costilla menos y las mujeres sin una oreja, y aunque hubiese hecho falta gritar un poco, habríamos estado un poco mejor, ¿no?

Durante siglos se comió carne cruda y hubo miles de virus. ¿No podía ayudarnos a descubrir antes la penicilina y los antibióticos? No, prefirió esconderlos en los hongos. Y eso es tener una mentalidad de revista de crucigramas. ¿A quién se le ocurre ir a buscar los antibióticos en los hongos? Hay gente que los buscó durante toda su vida y no los pudo encontrar. Es como si yo les escondiera el jabón a mis hijos: van a lavarse, no lo encuentran, entonces agarran tifus y cólera, y se mueren. Al final, para divertirme, les digo: "¿Saben a dónde había metido el jabón? Debajo de la toalla, ja, ja, ja". Pero ellos ya están muertos. Entonces, ¿qué nos quiere decir con eso? Nos quiere decir: "Soy Dios y me cago en ustedes". "